De Cazuela a Cucurrucucú

Por Daniela Díaz

Como lo había explicado en post anteriores, el formar un colectivo con la definición completa de lo que significa Cucurrucucú, no fue solamente seguir una lista de pasos en base a una metodología hasta obtener el resultado después de unas cuantas semanas de trabajo, si no que es algo con un mayor trasfondo.

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Es verdad que utilizamos diferentes métodos de diseño para plantear nuestras necesidades y objetivos, pero lo que creo que nos impulsó a lograr todo esto fue que mucho antes del proceso creativo ya teníamos en nuestro interior la convicción de ser parte de una comunidad que causara un impacto positivo en la sociedad.

Para mí esta convicción comenzó desde el día en que entendí que el diseño industrial no se trataba de crear objetos, sino de realmente tratar de ayudar a las personas por medio de soluciones reales ideadas para personas reales. Luego se reafirmó al presentarse la oportunidad de lograr este impacto, mucho antes de convertirme en una diseñadora oficialmente, por lo cual no dudé en aprovechar la oportunidad.

Esta oportunidad se presentó bajo el nombre de Cazuela.info, una plataforma para difundir e inspirar a otros sobre los alcances del diseño en México. Formar parte del equipo de “las cazuelas” fue una de las actividades más enriquecedoras de mi carrera, ya que además de aprender a trabajar en equipo, conocer a muchas personas también entusiastas del diseño y ayudarme en la transición de la vida de estudiante a la vida laboral; me dio a mí y a mis compañeros el impulso que necesitábamos para seguir adelante con un proyecto propio.

En la transición de Cazuela a Cucurrucucú, surgió un momento de decisión que fungió como reto y motivación, ya que todo el tiempo que fuimos participantes de cazuela funcionábamos por objetivos que fueron establecidos desde un principio ajenos a mí misma, pero que después los adopté como propios.

Lo interesante de Cucurrucucú era que estos objetivos los íbamos a decidir a partir de los cinco integrantes y por nuestra cuenta. No resulta raro el decir que estuvimos perdidos por un instante, por razones que parecían irracionales en el momento, pero que a este día parece completamente razonable el haberlo estado, ya que las dudas funcionaron para reafirmar nuestra pasión y voluntad por lograr congeniar como equipo para lograr un mismo fin.

De lo que si estuvimos seguros en ese entonces y en este momento, es que no hubiéramos iniciado y resuelto el funcionamiento del colectivo sin ayuda de nuestros muy apreciados asesores, Esteban y Sylwia, quienes fueron muy sabios para presionarnos cuando necesitábamos el impulso para empezar y seguir por cuenta propia. Todos los integrantes del colectivo estamos muy agradecidos con ellos.

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Es verdad que somos jóvenes, que hay muchas cosas que no sabemos y que nos faltan por aprender, que hay muchas experiencias que nos faltan por vivir y muchos proyectos que hay por emprender, pero lo que sí sabemos es que cada uno de ellos los trabajaremos con todo la pasión y entusiasmo que nos motiva hoy en día a formar parte de Cucurrucucú.

 

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