Proyecto Mextracto: Artesanía, Fabricación y Diseño

Por Osmar Martínez

En este post, el último sobre Mextracto, relataré la parte que más disfruté del proyecto que fue realizar la pieza de espuma y el trabajo colaborativo con los artesanos. Una parte del proceso igual de importante que las realizadas hasta ahora pero que logran reflejar de forma directa lo que yo espero lograr con el diseño.

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Hasta el punto descrito en el post pasado teníamos todas las piezas de metal y madera perfectamente fabricadas y ensambladas. Como parte del diseño de los bancos, la estructura de madera debía ser cubierta con una esfera de espuma que formará el cuerpo y dará comodidad al usuario. Con el fin de involucrar a más personas en el proyecto decidimos encargar el trabajo de espuma a un tapicero, le explicamos y dimos toda la información que él requería para realizar el trabajo, sin embargo, al final estuvo muy alejado de lo que nosotros esperábamos. Con esta experiencia y teniendo el tiempo un poco ya sobre nosotros es como decidimos encargarnos de realizar, Joel y yo, las esferas.

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Preguntando a diversos profesores y compañeros cuál creían que era la mejor forma de elaborarlas, y juntando las ideas de todo lo que nos decían, es como nos dispusimos a obtener medidas, ángulos y despieces necesarios para lograr la forma esférica que tanto esperábamos. Entonces, después de la primera mala experiencia con el tapicero, el tiempo encima y con la tarea ahora de elaborar por nosotros mismos las piezas de espuma ¿Por qué digo que ésta, fue una de mis partes favoritas del proyecto? Porque en ésta reafirmé el porqué de mi gusto hacia mi carrera. En cada uno de los procesos que realizamos como diseñadores podemos imprimir alegría y buscar divertirnos con lo que hacemos sin comprometer la calidad del proyecto, es más, para mí, el estar emocionado y divertido con lo que se está realizando se ve reflejado de forma positiva en el resultado final. El hacer las esferas, al ser una constante de prueba y error, fue como un juego en la búsqueda de obtener la mejor pieza. Piezas que logramos tener a tiempo para poder comenzar con la etapa final, la cubierta artesanal que rodea las figuras que realizamos.

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Uno de los pasos más importantes al trabajar con artesanos es poder encontrar personas que estén dispuestas a realizar trabajos diferentes, que no tengan miedo a experimentar y que comprendan que sus técnicas pueden no tener límites y ser usadas como partes indispensables de diversos proyectos. Claro que para lograr esto es necesario que el diseñador, o cualquier persona que quiera trabajar con ellos, sea capaz de generar confianza, demostrar que realmente valora la técnica artesanal y convencer de que el proyecto representa un beneficio mutuo. En este caso el primer contacto se dio casi al mismo tiempo en el que empezó a surgir Mextracto, como parte del proceso de investigación que estábamos realizando los integrantes del colectivo para poder establecer la metodología de Cucurrucucú. Para realizar la investigación mi parte consistió en entrevistar y visitar los talleres de diversos artesanos en varias comunidades, todas dentro de mi estado natal, Oaxaca. Como parte de ellas se encontraba Santo Tomas Jalietza, población ubicada al sur de la ciudad de Oaxaca dedicada a la elaboración de tejidos de algodón con telar de cintura y que fue el lugar donde las cubiertas de los bancos fueron elaboradas.

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Después de las primeras visitas realizadas por la investigación de la metodología ya había establecido contacto con algunas artesanas (la mayor parte de las personas maestras en la técnica son mujeres) de Santo Tomas. A varias de ellas les comentaba acerca del proyecto que teníamos en mente, demostrando al mismo tiempo interés e inseguridad por su parte. Por este tiempo Mextracto aún no era seleccionado como finalista así que mi presentación se apoyaba únicamente en los renders que se habían hecho para presentar en el concurso, pero prometiendo que en cuanto tuviera una muestra física del producto les explicaría mejor. Es así como pasados algunos meses pude regresar a esta población con el primer prototipo en mano y buscar de forma segura la colaboración.

Entre todos con quienes había tenido contacto anteriormente me fueron guiando para conocer quienes, según su criterio y experiencia, eran las personas ideales para trabajar en el proyecto. Esto fue algo que me emocionó y animó ya que se sentía la comunicación entre ellas así como el sentimiento de comunidad que pareciera estar perdido en estos días. Es como terminé en la casa de Asela Valentín quien desde los seis años aprendió la técnica del telar y que en conjunto con su esposo e hijo llevan las tareas de conseguir materiales, elaborar las piezas y venderlas.

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Comencé a explicarles el proyecto, darles a conocer lo que necesitábamos y asegurarles que este sería un trabajo de experimentación y que por mi parte estaba deseoso de colaborar y aprender con ellos. Fue así como dio inicio un trabajo que duró poco más de un mes, de constantes visitas a la población, buscando entre todos el mejor patrón para resolver la figura, elegir los colores, conocer el proceso completo de la elaboración del tejido, ver y corregir errores tanto en el tejido como en la espuma, que aún daba problemas, haciendo observaciones hacia mejoras tanto en la madera como en la espuma y el tejido para facilitar el trabajo en caso de realizar más piezas. Toda una experiencia que fue un reflejo de que estaba en el camino correcto hacia lo que quiero hacer con mi carrera y que reafirmó mi participación en Cucurrucucú, el poder trabajar con las comunidades de artesanos y sobre todo, aprender de ellos.

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Una vez concluida esta parte sólo restaba elegir el color de la pieza metálica que es la pata de la mesa y observar finalmente las piezas en conjunto, para así empacarlas y poderlas enviar a Guadalajara, ciudad donde serían expuestas. Que nos permitiría conocer a más diseñadores y comprobar que, por fortuna, varios de ellos están realmente interesados en colaborar con las comunidades de sus regiones y que ven un futuro en el poder valorar las diversas técnicas artesanales que representan a nuestro país y que lo hacen único. Otorgando una nueva perspectiva y nuevos usos pero sobre todo, aplicando la principal característica que define los artesanos, generar comunidad y entrando en una nueva etapa de trabajos en colaboración entre diseñadores, artesanos, oficios y personas interesadas en nuestra cultura que es lo que nos permitirá obtener mejores resultados y lograr los muchos objetivos que tenemos con estos trabajos.

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Como parte final, quisiera utilizar este último párrafo para agradecer a todas las personas involucradas en el proyecto y que permitieron esta experiencia la cual sigue en proceso. A los profesores y compañeros que de alguna forma aportaron opiniones, ideas y sugerencias en los diversos procesos. Al equipo de Perpetua Muebles que confiaron en el proyecto y cuyo trabajo y experiencia fueron las bases del prototipo. A mi familia que me apoyaba en los viajes, visitas, gastos pero sobre todo con su ánimo. Al resto de miembros del Colectivo Cucurrucucú quienes fueron el punto de inicio para el trabajo con artesanías. A la comunidad de Santo Tomás Jalietza por todo su conocimiento, sobre todo a Asela Valentín por aventurarse con el proyecto, y a Joel, mi compañero de equipo en el proyecto y con quien aún tenemos trabajo pendiente para lograr la fabricación y comercialización de las piezas  y así, poder crear un pequeño impacto económico entre todos los involucrados. Gracias.

 

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